Aunque no es una enfermedad estacional, no sé por qué razón, cuando viene un gatos con enfermedad renal, viene varios seguidos con la misma patología. En 15 días hemos tratado 5 animales con problemas renales más o menos grave, y por esta razón, he pensado que era importante que la conozcáis, intentéis identificarla y detectarla de forma precoz.

A medida que el gato envejece, puede empezar a padecer problemas de riñón.  Por desgracia, los gatos con esta afección pueden parecer perfectamente sanos. Cuando empiezan a mostrarse los signos de la enfermedad, puede que el 75% de los riñones estén dañados.

La enfermedad renal crónica se caracteriza por la pérdida, generalmente, progresiva e irreversible del tejido renal funcional. Los riñones desempeñan una amplia variedad de funciones importantes, incluida la eliminación de las toxinas de la sangre y el mantenimiento del equilibrio de agua y electrolitos del organismo. La sangre se filtra constantemente a través de los riñones para eliminar las toxinas de desecho de los productos del metabolismo del organismo, produciéndose la orina. Los riñones también concentran la orina devolviendo agua al organismo, para prevenir la deshidratación.

Los riñones cumplen otras funciones importantes en el mantenimiento del equilibrio de electrolitos (potasio, sodio, calcio, fósforo, etc.) en el organismo, regulan el contenido ácido de la sangre y controlan la presión arterial. También son responsables de la producción de la hormona llamada eritropoyetina que estimula la producción de glóbulos rojos por la médula ósea.

La interacción funcional entre el corazón y los riñones provoca que una disfunción en cualquiera de estos órganos pueda afectar al otro. Por ello, es fundamental evaluar la función renal en animales con insuficiencia cardiaca y valorar la funcionalidad cardiaca en perros y gatos con enfermedad renal. El término “eje cardio-renal” hace referencia a la relación existente entre los riñones y el corazón. Estos órganos intervienen en la regulación de diversos procesos fisiológicos, tales como el control de la presión arterial, el mantenimiento del tono vascular, la diuresis, la natriuresis, la homeostasis del volumen circulante y la perfusión y oxigenación de los tejidos.
Teniendo en cuenta esta interacción funcional, parece lógico pensar que cuando se produce una disfunción en cualquiera de estos órganos, el otro pueda verse afectado de modo secundario. Este es un tema muy interesante que ya trataremos en otra ocasión, pero quería que entendieráis la importancia de esta interacción.

En la mayoría de los casos en los que se diagnostica una insuficiencia renal se desconoce la causa. No obstante, existen algunas causas bien reconocidas:

– riñones poliquísticos

– tumores

– infecciones

– tóxicos

– defectos congénitos

– inflamaciones persistentes

Bueno, vamos a lo que nos interesa que me estoy enrollando.  La mayor parte de los síntomas son bastante vagos e inespecíficos. Los síntomas más comunes que encontramos en gatos afectados son: falta de apetito, pérdida de peso, deshidratación, letargia (decaimiento) y depresión. Suelen tener mucha sed y producir mucha más orina (debido a la incapacidad de concentrarla). Otros síntomas pueden ser: pelaje estropeado, vómitos, halitosis, úlceras en la boca y debilidad. A medida que la insuficiencia renal va progresando (independientemente del tratamiento) estos síntomas tienden a empeorar con el tiempo.

Debido a la diversidad de funciones que realiza el riñón, en los gatos afectados pueden aparecer numerosas complicaciones, como anomalías en el equilibrio de electrolitos (por ejemplo: baja concentración de potasio sanguíneo, elevada concentración de fósforo), retención de excesivo contenido ácido en el cuerpo (acidosis), elevación de la presión sanguínea (hipertensión) y anemia (bajo número de glóbulos rojos).

El diagnóstico se hace por análisis de sangre y  de orina. Se analizan dos sustancias en la sangre: urea y creatinina (productos del metabolismo que normalmente se excretan por el riñón) que estarán aumentados. Además de los síntomas y de los valores elevados de urea y creatinina, se producirá una orina poco concentrada. Para valorar la concentración de la orina se mide la “gravedad específica” de esta, cuyo valor en la mayoría de los gatos con fallo renal es menor de 1,030. Una forma precoz de detección de la enfermedad renal es ver la presencia de proteínas en orina, no debería existir.

En cuánto al tratamiento, se tratará la causa primaria si se conoce y en caso contrario, será un tratamiento sintomático. Dependiendo del estado del animal se requerirá fluidoterapia intravenosa o no. El tratamiento va encaminado a mantener el funcionamiento renal y reducir las complicaciones del fallo renal. Muy importante es la ingesta de agua y la dieta del gato (baja en proteínas y fósforo). En cuánto al tratamiento médico cada vez van saliendo nuevos fármacos e incluso tratamiento homeopáticos. Es frecuente que cuándo existe una enfermedad renal crónica, también exista hipertensión arterial, anemia (acordaros que hemos dicho que es responsable de la producción de eritropoyetina que estimula la producción de glóbulos rojos), náuseas o vómitos ( por gastritis urémica, como los riñones no funcionan como deben se acumula en sangre urea que cuando alcanza niveles elevados puede producir una gastritis).

Ya hemos dicho que es una  enfermedad  progresiva en el tiempo y puede acabar en la necesidad de eutanasia. El ritmo de progresión de la enfermedad renal varía considerablemente en cada individuo y un tratamiento y cuidado adecuado pueden mejorar la calidad de vida de los gatos afectados y, al mismo tiempo, ralentizar la progresión de la enfermedad, aunque todo va a depender del estadío en el que se encuentre la enfermedad, de ahí la importancia del diagnóstico precoz.

Se puede evitar de alguna forma? En general no, no existe ningún tratamiento que evite su aparición.  Se puede intentar atrasar  con la alimentación. Hay piensos de alta gama formulados para gatos  partir de los 7 años, donde se controlan los niveles de proteína, sodio, calcio, magnesio y fósforo , así como el pH urinario.

No es fácil, pero os animo a todos los que tengáis gatos de 7 años o más, a cambiar su alimentación y a realizar un diagnóstico precoz.