La rabia en Perros. ¿Conoce esta enfermedad?

 

La Rabia en perros, gatos y otros animales como hurones puede ser un serio problema.

Todos hemos oído hablar muchas veces de la temida rabia en perros. Hace unos días, murió una mujer en Madrid de rabia. Fue mordida, en octubre de 2013, por un perro infectado en Marruecos. Pero hasta abril de este año no empezaron a aparecer los síntomas de la enfermedad, acabando en junio de 2014 con su vida.

En esta ocasión, os explicaré en qué consiste el virus, cómo se contagia,  cuál es su evolución y, lo más importante, cómo prevenirlo.

El virus de la rabia pertenece a la familia Rhabdoviridae, género Lyssavirus. Presenta una morfología de bala o proyectil. Sus hospedadores son los carnívoros y su distribución es mundial. Puede permanecer viable a 20 ºC durante varios días en cadáveres o tejidos.

Existen dos fuentes de transmisión: aerógena, mantenida por los murciélagos; y terrestre, mantenida por los carnívoros. El principal transmisor es el perro, aunque también pueden transmitirla gatos, hurones y otras especies salvajes.

El virus se excreta por la saliva, mediante mordeduras, incluso antes de aparecer los primeros síntomas.

El virus, una vez inoculado por contacto con la saliva, se replica en células del músculo estriado. O infecta células nerviosas, alcanzando el Sistema Nervioso Central, dando lugar a signos encefalíticos.

Posteriormente, puede transportarse del Sistema Nervioso Central a otras localizaciones, entre ellas las glándulas salivares.

 

Evolución de la enfermedad

El desarrollo de los signos clínicos y la velocidad de aparición de los mismos dependen de la dosis de virus inoculada. Y de la distancia desde el punto de inoculación al Sistema Nervioso Central. El periodo de incubación puede variar desde dos semanas a dos meses, e incluso años. Causa lesiones como polioencefalomielitis aguda con escasa respuesta inflamatoria y necrosis. Se distinguen tres periodos de desarrollo de los signos clínicos:

  1. Periodo prodrómico. Suele durar de 1 a 3 días y cursa con cambios de comportamiento. Agresividad, irritabilidad y desórdenes en el apetito.
  2. Periodo furioso. Agitación muy intensa que se alterna con depresión. El animal muerde cualquier objeto y su ladrido es alto y furioso, puede morir en esta fase.
  3. Periodo paralítico. Es incapaz de deglutir, de ahí viene la fama de los perros rabiosos que espuman por la boca. Y desarrolla una parálisis progresiva generalizada, produciendo una parada cardiorrespiratoria que conlleva a la muerte.

En los gatos, el desarrollo clínico de la enfermedad es semejante a lo ocurrido en perros, aunque el curso  puede ser más rápido.

La rabia es una enfermedad de declaración obligatoria y, según la legislación española, los animales «sospechosos» deberán pasar un periodo de observación de 14 días.

Esta enfermedad no tiene tratamiento, por lo que debemos ser estrictos en la prevención y vacunar a nuestros animales, ya sean perros, gatos o hurones anualmente, siguiendo las recomendaciones y normas de la Comunidad Autónoma en la que vivimos. En el caso de Andalucía, la primera vez que se vacuna a un animal de rabia deberemos ponerle dos dosis de vacuna, separadas en un mes, y a partir del año siguiente se vacunará anualmente.

 

 

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